En Garzón Green Energy nos movemos justo ahí: en el punto en el que el subproducto del olivar o del almendro deja de ser un problema y se convierte en combustible estable para calderas industriales. Nuestro criterio es sencillo: si la biomasa no da seguridad, rendimiento y precios razonables, no sirve.
a biomasa es materia orgánica de origen vegetal o animal que se puede usar como combustible: restos de poda, hueso de aceituna, cáscara de almendra, residuos forestales, biogás procedente de residuos orgánicos, etc.
Cuando esa biomasa se utiliza para producir calor, electricidad o combustibles líquidos y gaseosos, hablamos de energía de la biomasa o energía biomasa.
El ciclo, bien planteado, es bastante claro:
En Garzón Green Energy vemos el valor justo ahí: en usar subproductos que ya existen en la cadena agroindustrial y darles una segunda vida como fuente de energía local y controlable.
Es la que más utilizamos en proyectos térmicos:
Su destino natural son calderas y hornos que necesitan muchos kWh de calor al año: procesos industriales, redes de calor o grandes edificios.
Incluye aceites vegetales y biocarburantes líquidos procedentes de cultivos energéticos o residuos grasos. Su uso se centra sobre todo en transporte y en algunas aplicaciones térmicas donde tiene sentido un combustible líquido específico.
Aquí entra el biogás, generado por digestión anaerobia de residuos orgánicos (purines, lodos, fracción orgánica de residuos urbanos…). Se usa para producir electricidad, calor o biometano inyectable en redes.
La energía de biomasa se aplica, sobre todo, en:
Generación eléctrica mediante calderas de vapor o motores adaptados al biogás. Nuestro foco en Garzón Green Energy es muy claro: calor industrial y grandes consumos térmicos, donde cambiar de gasóleo o gas a biomasa sólida puede marcar la diferencia en la cuenta de resultados.
La biomasa agrícola del arco mediterráneo es una mina que muchas veces se infravalora. El olivar y el almendro generan toneladas de subproductos cada campaña con un potencial energético enorme.
De una explotación de olivar no sale solo aceite:
Lo interesante del olivar es que es un cultivo constante en el tiempo. Cada campaña se producen volúmenes previsibles de subproductos, lo que permite diseñar cadenas de suministro bastante estables.
El crecimiento del almendro ha puesto en el mapa otro combustible muy competitivo: la cáscara de almendra. Tiene un poder calorífico alto, buena densidad y se adapta bien a muchas calderas industriales, entera o en diferentes grados de molienda.
En Garzón Green Energy lo tenemos claro:
Cuanto más cerca se produce la biomasa del punto donde se consume, menos problemas habrá.
Eso se traduce en:
Trabajar con subproductos del olivar y del almendro nos permite ofrecer energía biomasa de proximidad a muchas industrias del sur de Europa que, literalmente, tienen el combustible a la puerta de casa.
Las normas europeas sobre renovables marcan ciertas condiciones para que la energía de la biomasa se considere sostenible: gestión adecuada del recurso, ahorro demostrable de emisiones respecto a los fósiles, trazabilidad y protección de suelos y masas forestales.
Desde Garzón Green Energy intentamos traducir todo esto en algo práctico: origen claro de cada partida, control de humedad, caracterización del producto y transparencia con el cliente.
No existe el combustible perfecto. Lo que sí existe es el combustible adecuado para cada contexto. La biomasa tiene puntos muy fuertes y otros que hay que gestionar.
Desde nuestra experiencia, el problema casi nunca es la biomasa en sí, sino un proyecto mal planteado. Por eso insistimos tanto en mirarlo todo como un conjunto: combustible, caldera y logística.
No hablamos de una solución de catálogo. Hablamos de perfiles concretos donde la energía biomasa encaja muy bien.
Secaderos, instalaciones oleícolas, fábricas de pienso, cooperativas… Todo lo que combine mucho calor con muchas horas de trabajo al año es un buen candidato. La biomasa reduce costes y engancha muy bien con la lógica del sector: transformar lo que el propio campo genera.
Hornos de cerámica, ladrilleras y procesos que trabajan a temperatura alta y estable. Aquí cada euro que se ahorra por kWh tiene impacto directo en la competitividad del producto final.
Municipios, hospitales, centros deportivos o universidades que quieran sustituir gasóleo por una solución ligada al territorio pueden apoyarse en calderas de biomasa con redes de calor bien diseñadas.
Comercios de biomasa, ESEs y distribuidores que necesitan producto homogéneo y con calidad constante para sus clientes. En su caso, el proveedor de biomasa se convierte casi en un socio técnico.
En Garzón Green Energy vemos un patrón repetido: los proyectos que mejor funcionan son los que miran la biomasa como decisión estratégica, no como una simple compra de combustible más barato.
Las grandes compañías y los organismos públicos explican muy bien qué es la energía de la biomasa y qué papel juega dentro de las renovables.
Nuestro papel, como Garzón Green Energy, es otro: convertir esa teoría en proyectos que funcionan de verdad en cooperativas, industrias y redes de calor.
Creemos que la biomasa tiene sentido cuando:
Si estás valorando un cambio a biomasa en tu planta, en una red de calor o en un proyecto de distribución, podemos analizar tu caso y ver qué combinación de biomasa agrícola se adapta mejor a tu situación.
La tecnología está. La biomasa también. Falta decidir cómo quieres usarla y con quién quieres recorrer ese camino.


